Ahí estaba yo, admirando mis preciadas uñas, que ya habían alcanzado un largo casi envidiable por las amantes de las uñas largas.
Todo empezó como una broma. Las buchonas, las buchonas, y me era inevitable soltar la carcajada. Después, en el periódico vi un anuncio de unos censores de celular, en forma de diamantes, que se pegaban en las uñas, y se prendían y apagaban con el sonar del teléfono.
How cool is that?
No! No hice lo de los censores, aunque sinceramente me quede con las ganas. Pero lo de las uñas largas y buchonas, por supuesto que si! Me decidí y pensé, bueno, en mi vida he tenido un largo decente, de hecho, nunca las tuve a más de 1cm de largo, pero esa vez, estaba mentalizada. Pensé que si nunca las había tenido como Niurka, no era porque no me crecieran, o tuviera una deficiencia física o biológica que impidiera el sano crecimiento de las mismas; mas bien, era porque simple y sencillamente me daba weba aventarme eso del cuidado, tratamiento, acariciado, y casi, peinado, alaciado y TODO lo que conlleva ese trip.
Así que, sin más, me di a la tarea de si bien, no pasármela en el manicure, mínimo, iba a tener un poco de más cuidado en el manejo de mis manos.
Dicho esto, de un día para otro, la NO obsesión se volcó en una múltiple tarea de cuidados para que las uñas tuvieran su óptimo crecimiento.
Dejenme decirles, tener las uñas largas es como tener otra vida. Lo que solías hacer, se ve opacado por la inútiles que sientes de ahora si, no poder hacer nada. Que si se te rompen, se astillan, se ensucian, el esmalte se cae, etc, etc, etc. Y cuando menos piensas, ya formas parte del mundo de las que tienen las uñas largas.
Empezé a googlear tratamientos naturales para su endurecimiento. Evitaba la escoba a mas no poder, y el trapeador, ni en sueños intentaría siquiera lavarlo. Las pilas de platos sucios se hicieron un martirio y el teclear en la computadora un castigo doble. Sin contar que mi trabajo depende de una computadora. Y mi no trabajo, (chatear) era siempre interrumpido porque no quería que eso fuera causa de un desenlace fatídico. Aparte, si me quedaba parlando con las amistades, mi conversación era tan torpe, que ni yo sabia lo que escribía de tantas faltas ortográficas, de letras y a veces hasta de palabras. En la calculadora se escuchaba el golpe seco de la uña contra el plástico tratando de atinarle a un solo número, y para sujetar todo, levantaba el dedo chiquito como si eso protegiera el manojo restante de cartílagos en colores chillantes.
Cambiarme fue uno de los retos más difíciles de vencer. No se diga, las medias en invierno. Mis plantas se murieron porque no me atrevía a usar mis bellas manos para nutrirlas con abono. Que espanto que se me ensuciaran.
En pocas palabras, mi vida dejó de ser mi vida por unos cuantos meses. Todos mis proyectos se pararon, aparte de la falta de capital, y los demás pretextos que quisiera agregar, estaban mis uñas.
Hasta el día de hoy. Sentada en mi casa, sin hacer nada, más que admirarme las uñas, decidí que ya no quería detener mi vida por 20 razones tan pequeñas, aunque no insignificantes.
Me levanté del sillón y lo primero que vi fueron mis 4 plantas muertas a lo largo y ancho de la sala. Ya tenía el triste costal de tierra en mi balcón, desde hace un mes, esperando a ser usado. Si tuviera boca, de seguro ya me habría maltratado; y mis plantas, mis pobres plantas que murieron por mi falta de interés. Que pena!
Tardé más de 3 horas, arreglándolas de nuevo, les di besos, y les puse tierra nueva. Planté unas más, y mi vida empezó a tener sentido otra vez. No que no lo tuviera antes, pero más bien, sentí como un nuevo aire de esperanza y motivación que había dejado escapar por las ventanas de mi casa un tiempo atrás. Saqué la escoba y barrí con alegría, sin pensar en el esmalte, o las astillas. Me senté con mi partner a hablar de negocios y retomamos los proyectos olvidados. En una tarde hice más de lo que pude hacer en una semana completa y todavía me quedaron ganas de escribir mi anécdota con la fluidez del agua que me tomo en un caluroso día de verano. Ya extrañaba escribir sin faltas ortográficas. Tener las manos libres y la mente despejada, olvidándome gradualmente de los cuidados exhaustivos que sufren las de uñas largas.
Admiro a las buchonas.
Y respecto a mi, me siento liberada. Me corté las uñas justo después que la primera de ellas hizo crack cuando se encontró con un pedazo de carbón del abono para las orejas de burro.
Me alegra haber aprendido la lección de las uñas largas y me siento afortunada que mi experiencia haya sido así de simple.
La falta de deseo, motivación y decisión muchas veces la sostienen unas uñas taaan largas (en mi caso), o una tela tan delgada, que no sentimos al perder visibilidad conforme pasa el tiempo. Nos acostumbramos a nuestra monotonía inventada y nos olvidamos de los regalos de la vida, así sea desde lo más pequeñito como plantar un árbol, hasta algo con más repercusión como la oportunidad de hacerte millonario.
La vida puede ser tan fácil como HACER que las cosas pasen, o tan difícil como quedarse ESPERANDO a que pasen por arte de magia. Y si para eso necesito tener las uñas cortas…so be it.
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