DREAMS OF OTNISUKA TIGER



Los Bubble Gummers de mi época.
Los que según yo, me hacían correr más rápido, saltar más alto, y escalar más intrépidamente.
Todos los poderes sobrehumanos habidos y por haber me los daban unos guarachitos de plastico color rojo pitaya y unas botas de bombero amarillo huevo.
Después de 25 años, con estos Onitsuka, siento la misma emoción de cuando modelé mis primeros bubble.
Aunque hoy en día el precio de la realidad sea:

Que ya no corra tan rápido, o salte tan alto, y lo más intrepido que haga sea subir un par de escalones para llegar a mi casa.

SCARY BUT TRUE





El yepa yepa yepa, no deja de retumbar en mi cabeza.

Aún a sabiendas de que mi fortuna sería trabajar al otro día, me aventuré a los laberintos del placer que solo Silverio le podía dar a mi pies aquella noche de Noviembre.

Entre gritos y retumbos salió de las penumbras, todo vestido de rojo, rojo burgundy, tela brillante, muy probablemente sintética, solapas oscuras y botines norteños estilizados.

Toda expectativa desbordo mi escepticismo. Ni youtube me lo hubiera traido a dos pasos de sus truzas mal puestas y su panza rendonda como globo de plazuela. Ni siquiera me decepcionó que no fueran American Apparel. Y esa peluca, esa peluca trazquilada y mal peinada, que daba piruetas al son de sus gritos sobre el tornamesa.

 
La interacción con su público muy activa, atrevida; de hecho, hasta pecó de corriente, mordaz y sexosa. Como todas esas cosas que te asustan pero te gustan (diría Ana Bárbara).

 
Asi es Silverio, una bola de sentimientos encontrados que en este punto de mi vida me causan gracia en lugar de desgracia. Posiblemente otro día, en otra ocasión, otro mundo u otra vida le hubiera tirado hasta con el balde (con hielo, cerveza y todo el kit), pero para que un suspicaz, mal educado e intrépido señorito me haga reir y bailar al mismo tiempo, un talento habrá de tener…o dos…o tres.