CAPRICE




Después de muchas deliberaciones me animé a usar el fondo que tenía destinado para lavar mi carro.
Ver el elefantito tan mono sacando la lengua de tanta concentración por mantenerse arriba del tamborcito, me partia el corazón, tenía que ser mio, ahi estaba entre tanta ropa usada y olorosa, donde de seguro una madre desnaturalizada lo aventó por unos miseros pesos que ahora yo tenía en mis manos para sacarlo de ese infierno.
Cuando pagué, casi sentí como si lo estuviera adoptando. Me acordé de Dumbo, y por poco me echó a llorar en el mostrador del vendedor atónito que veía como sufría por una simple garra vieja.
Como pude me armé de fuerzas, y decidida seguí recorriendo la tienda en busca de más piezas desafortunadas que salvar.
No joke, terminé con un tambache que parecía que yo era la ropavejera. Pero asi siempre me pasa con todo, empiezo sin querer nada y terminó con millones de los que sea. (Ojala asi me pasara con el dinero).
Al final, el fulano que me atendió, terminó siendo pariente de un querido amigo mio, igual de curioso y carismático que el elefantito, lover de la dieta de la toronja y con un léxico tan pintoresco que me puede hacer reir sin parar, con una sola oración que arme.
Martín (el vendedor/pariente) y yo, también terminamos siendo amigos... al pagar, me hizo un super descuento, mis lágrimas desaparecieron instantáneamente, abrazé mi bolsota rosa de liverpool, y por supuesto, prometí volver.
En honor a mi querido amigo, nombré a mi nuevo sueter Capricho :)