FINALLY!

Estoy que grito de la emoción, porque la primavera esta a punto de hacer su debut 2010 y viene con todo lo que me enloquece. Tonos marrón, tierra, beige y blanco, con looks safari, middle east y cazador de cocodrilos, todos haute couture. Por otro laredo, primarios sólidos brillantes y chillantes (azul, rojo, amarillo) que siempre le dan el toque hot al clima, y una que otra garra (chaqueta) tipo militar (NO CAMUFLAGE) en la gama de los verdes secos.
Y si Dubai meets Africa no es suficiente, no faltarán las chaquetas navy y todo el look naútico, desde los botones dorados (so hot right now) pasando por el royal blue (sello característico de este estilo), hasta las franjas tipo YSL en morado para darle un twist alegre.
Jumpers, Jumpers, JUMPERS!!!!!!

Las sandalias gladiador siguen candentes, y las plataformas de madera, corcho, piel, mecate o lo que el bolsillo permita, solo vienen con una regla: ser de no menos de 10 cms de altura para que los estampados oversized no nos hagan ver diminutas entre tanta flor, animal print y no sentirnos "lost in the jungle", mas bien como "I OWN THE JUNGLE".

Accesorios muy lady like, como trenzas maltrechas; pins militares; moños y anclas (THE BIGGER THE BETTER); esmaltes cítricos; cintos ecuestres, de doble vuelta o trenzados; sombreros de ala ancha para el solecito incandescente, sino, una mascadita a la Sofia Loren sobre el pelo-cruzada al cuello, estaría ideal.
De entre mis picks preferidos para mazatlán encontré unos to die for:
  • Zara derrapa con jumpersotes y faldas voladas en toda la paleta de cafés habida y por haber.
  • Alexander Wang hace aparición con el black little dress, exepto, el black en primavera es KHAKI y el little se traduce literalmente. Mucha mezclilla y blusas con recortes simetricos por todos lados.
  • Estamos de acuerdo que a Sonia Rikiel jamás se le quitará lo extravagante, pero esta temporada deveritas que me conmovio porque através de sus diseños para esta temporada por fin entendí el significado de la palabra "negro primaveral" y como lo acomodaría tan perfectamente en los días soleados del puerto sin verme ridiculamente acalorada y con ganas de gritar - TEJUINOOO!
  • Chloe pfff, digo, PFFFF! Lava al rojo vivo en el franjeado y el look nautico que hasta trepada en una panga me sentiría en el Titanic con un vestidito bicolor en botones dorados hasta el pescuezo. Vestidos en sólidos, acinturados con moños y cintos dorados.
  • Prabal Gurung de Singapur obtuvo el premio a mejor diseñador el año pasado. Viene con una escuela muy a la Dona Karan, urbana, ni contemporanea, ni Betsey Johnson. Tirandole mas a lo formal y establecido. Muchos suits con un toque juvenil. Listones a los tobillos, chaquetas amplias y tacones voraces.
  • Viktor and Rolf mezcla sólidos con estampados. Guardan una línea más discreta y formal, no apto para estrafalarias. Pero si con el edgy look del drapeado en los harem pants que indiscutiblemente parece que anda uno más cagado pero con todo y penita me los pongo porque me los pongo. Mono pieces de algodón tipo "flojita y cooperando" grrr. Say no more.

DEBUT Y DESPEDIDA


Llegando a las inmediaciones de west hollywood, empecé a sentir los mismos síntomas que alguna vez experimenté antes de un examen de Antropología en 3ero de prepa...


Las manos me sudaban, el corazón me latía a una velocidad feroz y la ansiedad me provocaba unas chiripiolcas que justamente no eran a causa del clima, ni del trafical.  Mis sentimientos locos brotaban  de tan solo visualizar los jardines bonsai perfectamente trazados a lo largo y ancho de las aceras de El Lay como mapas que me guiaban al destino de mi insaciable, endless razón de vivir... Shopping.

Me sabía todo el recorrido de memoria. Pasear por las atestadas avenidas de Rodeo Drive siempre estuvo presente en el must-to-do-list de la familia cada que pisábamos tierra gabacha.

La única y gran diferencia era que antes mi budget vacacional se reducía a lo que ahorrara 6 meses antes del viaje, a lo que mis papás me dieran de bono, y a la caridad de mi hermano cada que le ponía ojos de borrego borracho cuando se me acababa hasta la risa del placer que me daban un par de benjamins.

Not anymore.

Dios hizo justicia, y llegó el día que figuré en la “exclusiva” cartera de clientes que todo banco desea tener.
Mientras mi hermano trabajaba en el proceso de buscar estacionamiento, yo ya había saltado Daisy Duke style al otro lado de la calle…con todo y tacones, porque claro, ¿Como iba a asistir a mi ceremonia de inauguración crediticia enchanclada? ¡Con decir que hasta me peine! Y para que yo me pase un cepillo por la cabeza, es porque de plano algo extremadamente maravilloso esta a punto de suceder.

Dispuesta a vivir al máximo la aventura que me esperaba, fije mi atención en todo lo que tuviera vitrinas. Oscar de la Renta, Diane Von Furstenberg, Gucci right next to Dior (cuando estaba en apogeo su colección rasta) con sus verdes, amarillos y rojos tan artistícamente relucientes y chillantes que en lo último que pensé fue en el 3er mundo. Para mi, en ese instante, Dior era Kingston a la 1era potencia.
Como no, si flotar alrededor de tanta opulencia era como vivir en carne y hueso una página de Vogue. Que digo pagina, toda la revista, desde la portada hasta el “last look-page”.

Donde codearse con los grandes diseñadores de moda es de lo más normal; donde a las clientas asiduas les asignan su sillón favorito seguido de una copa de champagne para el desestrés del mundo moderno y su próxima inmersión al mundo de las compras. Donde todo no parece, sino es PERFECTO.
Tiendas perfectas, infraestructura perfecta, árboles perfectos, carros perfectos, botes de basura perfectos, gente perfecta…por lo menos frente a mis ojos, en un efímero instante de idiotez que me duró los mismos 2 minutos en que le di matarile a mi nuevo plástico.

Al tercer minuto, miré mis manos que tristemente sostenían un par de lentes (YSL), dos blusas (Barneys New York) y unas zapatillas (Marc Jacobs).


Fue todo.

La emoción desapareció como por arte de magía.
El asombro se esfumó en mi último afán de que el banco aprobara mi tarjeta. La infraestructura tan perfecta que visualicé unos minutos antes, me parecía de lo más estúpida, y me arrepentí de escoger los tacones más altos que me pude haber encontrado en la maleta. Tenía ampollas en los talones y odie no ver una Old Navy en un perímetro decentemente cercano para humildemente desembolsar un dólar y terminar con el calvario de mis pies. Es más, no se ni de donde saqué eso de la flotadera por las calles. La opulencia que admiré por kilómetros era la responsable de mi desgracia bancaria y ahora, para colmo de males, los árboles tan perfectamente recortados y cuidados no daban más que pura madre de sombra en todo el camino de regreso al carro.

Para entonces (que me pareció una eternidad), mi tripas vociferaban “Arby’s”, mi garganta “diet coke”, mi cuerpo “cama”, y mi corazón “desilusión”.

Al final del viaje, en las largas horas de espera para abordar en el LAX, no me quedó más que hacer un recuento del journey.

En el fondo no me arrepentí de nada, era joven, tonta y primeriza, jaja, bueno, no tan joven, pero si primeriza, por haber querido comerme TODO con un crédito de 4 ceros, que haya automáticamente disminuyó a 3. Y tonta porque no disfruté lo que muchos viajes atrás fué objeto de mi fascinación. No hubo lugar para museos y art shows, comidas ricas en Little Tokio o tiempo para llenarme de budas y lucky cats en el inmenso Barrio Chino. Se me olvidó treparme a la Rueda de la fortuna de la Feria de Santa Mónica y no regresamos a Sunset Boulevard despúes de la cruda desmancomunal que nos pegó el día después de que llegamos.

De regreso a Mazatlán, ya me estaba esperando el never-late-always-in-time estado de cuenta.

Así que no me quedó otra más que comprometerme entre dientes que la próxima vez que regresara a L.A. sería específicamente de placer. Gastaría exclusivamente en cosas que no pudiera conseguir en México, y me divertiría como si no trajera un peso en la bolsa.

JUST KIDDING! (grin).


CODIGO TRES

Accesorios


La cereza en el pastel, el azúcar en el pan, la sal en los mariscos, el éxtasis culminante antes de cruzar la puerta todos los días.
Así de importantes son los accesorios en los garmets. Ayudan a definir la imagen que queremos proyectar, y muchas veces, cuando las garritas no ayudan mucho, pueden ser el lift salvador del que muchas veces poco nos acordamos, y cuando lo hacemos, no le ponemos tanta atención.

Lo confuso de todo esto es que cuando se trata literalmente de colgarme la cotorra en el hombro, tengo a Coco en una oreja susurrandome que menos es más; mientras Galliano (en la otra oreja) me grita a pulmón abierto que más es más…. Que más? QUE TODO!
Absolutamente todo lo que quepa a lo largo y ancho de mi circunferencia corporal. Desde la cotorra (y no sobre el hombro); en su jaulota de dos pisos, aperingada en mi cabello, y de ser posible, un pavorreal on top of the cage, disque para darle dramatismo; con su plumaje exótico que seguramente terminará sobre mis pestañas y me hará caer de un tropezón; solo para darles el efecto largo y espectacular que todas soñamos. Bye bye rímel bye bye.

So, no advice on this one. Quien prefiera Coco, en perlas se queda, y quien se incline a Galliano, expect the unexpected.

Siendo yo la desfataches en dos patas, no niego la cruz de mi parroquia. Lo que si, siempre siempre recomiendo es, que terminado el proceso de get-ready-time (ropa-zapato-accesorio) nunca está de más dar un último vistazo al conjunto que con tanto esmero pusimos all together. A fin de cuentas, que tanto es tantito, si ya invertimos unas valiosas 3 horas en el asunto, 30 minutos más para examinar el producto final nos pueden salvar de lo insalvable.

En su día de suerte, no van a tener que dejar una prenda behind. Pero si sus días son como los de las personas normales que no rayan en lo estrafalario, por lo general, no dejaremos una, ni dos, sino hasta 4 piezas que quien sabe como llegaron a nuestra cabeza, cintura o pies.

CODIGO DOS


Zapatos

Desde que tuve la edad suficiente para no ensartarme una aguja queriendo coser vestidos para mis barbies, supe que eso era lo mio. Pero desde que tuve conciencia y la habilidad de dar tres pasos sin tropezar, calzo zapato que se me ponga enfrente.
Cada que mi mother veía que llegaba con una caja nueva de zapatos a la casa, empezaba con su historia de cómo es que me volví una amante desenfrenada de todo lo que se tuviera suela.
Dice que cuando empezé a caminar, los zapatotes de mi papá eran la fascinación de mi vida, (tengo fotos que avalan la historia). Cuando ella se vestía de fiesta, era un ritual ver como se sentaba de pierna cruzada sobre la silla de su tocador para ponerse sus tacones de piel con punta de flecha y grabados alrededor. Era ridícula la cantidad de colores que reinaban en su zapatera. Y siempre que se paraba enfrente de la misma para escoger el más adecuado, yo que siempre estaba presente en sus get-ready-times, le aconsejaba usar unos color verde agua con un pavorreal dibujado a lo largo y ancho de su interminable plataforma de madera que hacían que la baba se me resbalara por todos los cachetes de solo imaginar los tesoros que heredaría algún día.

Ese día jamás llego. Mi mamá no pasó del # 4, mientras mi pie creció y creció hasta alcanzar el ridículo # 7.

Aún así, todavía sigo admirando su larga colección cada vez que voy a visitarla y con una gran sonrisa regreso a los felices días que me escabullía entre los muebles hasta llegar casi casi a la caja de Pandora y abrir la revelación que ayer, hoy, y siempre, le dará sentido a mi existencia.
Dicho esto, queda claro que más que la ropa, mi convicción acerca de la moda consiste principalmente en el par de zapatos "indóneos" para cada situación.

Mis ojos que no mienten han sido testigos de cómo dos simples piezas (en su mayoría) derivadas del petróleo pueden desgarrar el outfit mas a la “moda”.

Para mi, los zapatos que elijo determinan el tipo de prenda que voy a usar. En muchísimos casos es lo opuesto. Works both ways. Y para no errarle, mi único consejo es: CALIDAD.

Invertir en un buen par de zapatos es un sacrificio. Lo sé. Pero han de creer que son de las mejores inversiones que puedan hacer en sus vidas. Nada se le compara a un buen par de zapatos de piel.
Con el olor tengo para enamorarme.
Su durabilidad es 100% anti-age y después de los 10 años, no se hacen viejos, sino clásicos.
Hoy en día hasta las botas vaqueras las mercadean como products "broken into" (moldeados al tiro), y "worn out" (apariencia vieja), para que se vean usados y le calzen a uno como anillo al dedo.
Ahora viene mi parte favorita...
THE MORE SHOES THE BETTER :)
Entre mas variada sea la paleta de colores, estilos y alturas, hay mas versatilidad y sentido de identidad.
Si definitivamente no son tan fans, procuren calidad en lugar de cantidad para garantizar un buen lugar en los eslabones del buen vestir.