LA ERA DEL ACERO INOXIDABLE

Bien me decía mi madre –“llévate el refri que tengo en la cochera, esta buenísimo, 10 años de uso y todavía parece como nuevo, claro, tiene unas picaduras en los marcos de las puertas, pero eso se soluciona; te aseguro que un motor mas fuerte que este, no te lo vas a encontrar jamás.”-
Pero mamá! Como crees mamá??? Este refri tiene un poco menos de la mitad de mi edad y picado??? Aparte, deja tu, esa cosa es un animalón; los colores cremas están out; ahora se usa el acero inoxidable, ponte en onda por favor.

Así desprecié el Amana que me dió servicio una década, antes de que lo reemplazaran por los nuevos modelos que salían volando de las tiendas departamentales; y a su vez, así empezó para mi la era del 2000, el acero inoxidable y los minisplits.

Recuerdo que me sentía tan afortunada, que estuviera en auge la nueva tendencia, que no cabía de felicidad en todo Mazatlán. Por ahí del 2005 apenas me mudaba con mi nueva familia a nuestro recién estrenado hogar, por consiguiente, no tenía na-da. Estaba lista para darle con todo a mi tarjeta de crédito. Quería acero por todas partes, acero en la cocina, en los cuartos, en las mesas, cubiertos, exprimidor, ollas, cazuelas, corta quesos (hasta la fecha sin usar), baño, y de ser posible, un w.c que vi en internet, tan chulo, que ni la idea de postrarme en un aro tan frío me desanimó. En fin, casi casi comía, soñaba, y citaba el acero inoxidable en cada respiro de mi existencia.

Como en todas las familias mexicanas (bien supportives) empezaron los buenos deseos con las donaciones de todo tipo para no sentir el rigor de los primeros gastos.
Desde la cobija San Marcos que la tía fulanita usó solo una vez en un viaje,que hizo a Guadalajara, (solo por tener estampado un tigre, la acepté). Hasta vajillas chinas que vivieron el triple de mi edad en un trinchador que mi abuela pulía diariamente con toda la paciencia del mundo.

Mi mamá, como dije anteriormente, no se quedó atrás, y aparte del refrigeradorsón que seguramente solo me lo daba porque le estorbaba en la cochera, se vio tán espléndida (según ella), que me sugirió llevarme también un aire acondicionado de ventana de 2 toneladas (no de una, ni una y media, sino 2) que “ya ni usaba y que no le gastaba lo que es nadita de luz” porque en verano con tanto árbol y campo de golf rodeándola hasta frío le daba con el abanico y si llegaba a prender el aire, a las 2 horas ya estaba ensabanada titiritando de frío. O sea, aparte de ofrecerme such GANGA (según tu), me restregas que yo me voy a un lugar sin árboles a la vista, y totalmente HOT friendly???
Anyway.
Despúes de tanto dimes y diretes no acepté nada de naiden. Sinceramente, en aquel entonces y a mi ver, todo era inaceptable, old y unstilysh. El 70% de los regalos eran cosas que eventualmente iba a botar, y el otro 30% iba ser reemplazado más rápido que en lo que dijera “acero in…”

De todas formas, uno también que es de buen corazón, tenía que encontrar la manera de no aceptar las buenas voluntades sin herir los sentimientos de la family. Así que reuní las fuerzas histriónicas para darle las gracias a todos los donantes y hacerles saber que de ninguna manera me aprovecharía de su nobleza despojándolos de cosas, que más que tener un valor material, tenían un precio emocional remarcable en el fondo de cada uno de su ser…
Meses después, nadaba entre estados de cuenta de bancos y tiendas departamentales. Pero por fin tenía mi nidito de amor al 80% de cómo lo había soñado.

A la fecha, todavía no consigo el w.c, aunque cada vez me desanimó más. De hecho, y de ser posible, cambiaría muchas cosas de acero (que si conseguí), y que desgraciadamente más allá de ser inoxidables, resultaron ser OXIDABLES hasta con el contacto de mi aliento, la brisa marina, y todo lo que tenga que ver con el clima de Mazatlán (IN MY FACE!).

El mentado refri que besé y acaricié casí un mes después de haberlo comprado, ahora me deja el sabor amargo de las manchas de óxido que tiene en toda la puerta. Pero ah no! No quería el de plastiquito gris, quería el mas pulido, donde alguna vez pude ver el reflejo de la satisfacción que 10 mil pesos le daban a mi vida. Los demás utensilios de cocina, tengo que lavarlos y secarlos inmediatamente, sino, están en riesgo de correr con la misma suerte del refrigerador. El minisplit de tonelada y media que mi querido novio solventó, dejó de funcionar a los 3 meses de uso. Y mi adorado equipo de lavado tan armonioso, todavía no me falla; más bien, lo que casi me falla es el corazón cada vez que le doy “on” a la secadora, porque eso si, la CFE, ni se oxida, ni se descompone; au contraire, cada mes, tan puntual como siempre, y nada de mal agradecida, porque ella si acepta aparatos usados aunque no sean de acero inoxidable!!!

Pero bien me decía mi madre...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amo este post, ya lo habia leido en alarconsp y lo volvi a leer otra vez
que imaginacion fs.